¿Dices lo que ves o ves lo que dices?
El lenguaje puede ser un concepto tan amplio y apasionante que para algunas personas, como por ejemplo yo mismo, todo es lenguaje. La vida es lenguaje, la propia existencia es lenguaje.
Los átomos, las células, el ADN y los quantums tienen cada uno su propio lenguaje para poder interactuar y así poder existir. El lenguaje de los animales, el lenguaje de las plantas con el sol, con el entorno, el lenguaje del cuerpo, el lenguaje del amor...
Para algunas personas, como por ejemplo yo mismo, la esencia de la experiencia humana se encuentra en el lenguaje y el lenguaje mismo nos ayuda a percibir el mundo tal y como lo conocemos.
Recientemente releía algunos artículos sobre relativismo lingüístico, la conocida y malinterpretada “hipótesis Sapir-Whorf”, y recuperaba uno de los dilemas de la lingüística y de otras ciencias afines: ¿es el lenguaje lo que determina nuestra visión del mundo o el lenguaje es más bien una herramienta que nos permite percibir y comunicarnos con la realidad? O dicho de otra forma, ¿qué es primero, lenguaje o visión del mundo?
Bien, yo creo que se debe tratar un poco de ambas posibilidades. Existen probablemente elementos en la visión del mundo que compartimos con todos o casi todos nuestros congéneres, los llamados universales, pero, por otro lado, ciertamente, se dan percepciones y conceptos que vienen influenciados por el contexto cultural en el que se desarrolla el individuo, y este contexto cultural suele ser transmitido a través de lenguaje.
Siempre me sorprendo al descubrir, en lenguas como el sánscrito o el hindi, conceptos espirituales tan propios de ese entorno cultural y tan complejos de traducir a otras culturas. Conceptos como ‘karma’, ‘prana’ o ‘chakra’ requieren en español una explicación lo suficientemente rica como para hacernos entender que, si queremos comprenderlos, debemos penetrar en un marco de creencias y de postura filosófica tan diferente que parece indudable que los hablantes que tienen interiorizados estos conceptos han de tener una visión del mundo particular, y esto se debe ver reflejado en su día a día.
Por otro lado, el inglés, la lengua de cultura de nuestro tiempo, aporta al mundo conceptos como ‘marketing’, ‘software’ o ‘briefing’, palabras que nos hablan de negocios, de tecnología, de inicio del siglo XXI - nuevos conceptos y palabras para nuevos fenómenos y necesidades.
En mi opinión, no hay duda de que el lenguaje y las lenguas que aprendemos modifican y enriquecen nuestra visión del mundo, multiplicando nuestras conexiones neuronales, aumentando nuestras capacidades cognitivas, aportándonos conocimientos intelectuales y capacitándonos con nuevas palabras para conceptos intuidos o con conceptos completamente nuevos. He aquí una de las razones por las que el lenguaje puede jugar un papel fundamental en nuestra experiencia vital.
Puedes encontrar más información sobre este tema en este artículo en inglés.